Hasta qué punto se valora actualmente la Educación Emocional? No tomemos de referencia a investigadores y educadores volcados en el estudio y promoción de la inteligencia emocional. Pensemos por un momento en el ciudadano de a pie, pensemos en padres, pensemos en monitores e incluso en muchos de los docentes que trabajan en centros, institutos, entidades de educación.
Resulta importante para ellos educar en emociones, trabajar con las habilidades sociales, desplegar recursos en los alumnos que favorezcan su entrenamiento vital?
El Informe Delors (UNESCO 1998) afirma que la educación emocional es un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención, ya que muchos problemas tienen su origen en el ámbito emocional.
En este informe se fundamenta que la educación se afianza en cuatro pilares:
* Aprender a conocer y aprender a aprender para aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de toda la vida,
* Aprender a hacer para capacitar a la persona para afrontar muchas y diversas situaciones.
* Aprender a ser, para obrar con autonomía, juicio y responsabilidad personal.
* Aprender a convivir, a trabajar en proyectos comunes y a gestionar los conflictos.
Lo significativo es que, más allá de los avances en educación, en innovación educativa o en investigación, desde lo tradicional se sigue fomentando el aprendizaje para la competición, pero no para la competencia, específicamente la competencia vital.
Desde Coachia estamos convencidos que la Inteligencia Emocional en el ámbito educativo necesita más promoción, más difusión de su existencia e importancia, más esfuerzos desde la comunidad educativa para incluirla en el reparto académico del aula, llevarla a oídos de los padres a través de los talleres ofertados en el centro y fomentar su aprendizaje en la formación del profesorado.
Creemos, dada la experiencia creciente de centros que se abastecen con medios propios de la formación y el entrenamiento emocional, que a pesar de que las políticas educativas no estén ni mucho menos enfocadas en favorecer una educación verdaderamente de calidad (ésta incluiría la inteligencia emocional en el proceso formativo) creemos, decimos, que la Educación Emocional terminará imponiéndose en formato paralelo al oficial y más tarde o más temprano se incluirán políticas educativas que contemplen una escuela más independiente, más emocional, más facilitadora del acercamiento a otras herramientas (como el Mindfulness, por ejemplo) que posibiliten el avance hacia el desarrollo integral de los alumnos y, por qué no, de todos los actores involucrados en el proceso.
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